viernes, 29 de febrero de 2008

Desconectados de la realidad, Por Manuel E. Yepe


“La política norteamericana hacia Cuba ha perjudicado a los Estados Unidos casi tanto como ha dañado a Cuba. Las demás naciones de Latinoamérica se alinean con Cuba y se indisponen contra los Estados Unidos por la naturaleza extremista de la política estadounidense, así como por la enorme brecha entre sus pronunciamientos y sus acciones”.

Así opina un profesor norteamericano que ha podido visitar Cuba en varias ocasiones, en un mensaje que me envía. Omito su nombre para no ayudar a las muchas entidades estadounidenses que se dedican a perseguir y reprimir a los viajeros del país más poderoso del planeta que osan visitar la pequeña isla del mar Caribe.

“Estaba con mi padre, mi hermano y mi esposa en California en los días del anuncio de que Fidel Castro no aspiraría ni aceptaría la reelección en el cargo de Presidente de Cuba por sus problemas de salud y los tres sufrimos gran desinformación a causa de lo que transmitían las cadenas y escribían los periódicos en este país. Las cadenas CNN y FOX fueron sumamente ofensivas y desinformantes sobre Cuba. Un entrevistado muy erudito fue la única excepción. Ofreció un detallado análisis del fracaso de la política hacia Cuba estadounidense. El conductor preguntó, retóricamente, si habría celebraciones en los países latinoamericanas y respondió que en Latinoamérica había un criterio muy positivo sobre Fidel Castro y la revolución cubana, y observó la gran cantidad de médicos que prestan servicio en América Latina gracias a los programas de Cuba. El conductor no se mostró interesado por continuar con el tema y dio por concluida la conversación”, señala el profesor amigo de Cuba en su mensaje.

La guerra mediática contra Cuba que ha venido librando la élite del poder estadounidense durante el último medio siglo no ha logrado disminuir el prestigio y respeto global por el proceso de cambios revolucionarios que lleva a cabo la isla.

Mucho menos ha podido acallar el movimiento mundial de solidaridad con Cuba, pero ha dejado como secuela una evidente incapacidad en sus promotores para ver la realidad, incluso, cuando ella pudiera convenir a sus propios intereses.

Al menos eso es lo que trasluce de algunas posiciones que asumen los aspirantes a ser candidatos a la presidencia de los Estados Unidos cuando el tema de la política hacia Cuba llega a debate.

En los medios de prensa de los Estados Unidos se habla del aislamiento de Cuba como si realmente hubiera al menos una pizca de verdad en tal afirmación. Hablan del repliegue de Cuba o de las ideas que ella defiende como si no fuera cierto todo lo contrario, en un continente donde cada vez son más los países cuyos pueblos ya solo eligen dirigentes inconvenientes para Washington, cuando tienen la posibilidad real de escoger.

Durante un reciente debate entre los aspirantes a la nominación presidencial demócrata, el senador Barack Obama afirmó que él estaría dispuesto a sostener conversaciones sin precondiciones con el recién electo Presidente cubano, Raúl Castro.

La senadora Hillary Clinton no estuvo de acuerdo y enfatizó que ella exigiría determinadas condiciones al gobierno de Cuba antes de participar en tales conversaciones.

Al día siguiente el casi seguro candidato republicano, senador John McCain, se identificó con la calificación de flojo e ingenuo que la Clinton asignó a Obama por lo que había dicho de Cuba y recitó un rosario de demandas exigibles a Cuba antes de conversar.

¿Qué decir de la posición que recomienda el actual mandatario, George W. Bush?

Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa en la Casa Blanca qué se perdería con una reunión, Bush contestó:

Es que "sentarse a la mesa, sacarse una foto con un tirano como Raúl Castro, resta nivel a la presidencia y nivel a nuestro país. Él gana un montón al decir miren, estoy siendo reconocido por el presidente de Estados Unidos… Daríamos gran nivel a aquellos que han reprimido los derechos y la dignidad humana”, sostuvo el genocida de Irak, responsable y defensor de los métodos de tortura de prisioneros que aplica su gobierno y presidente más repudiado por la ciudadanía en la historia de su país.

¿Se quiere algo más lejano de la realidad?

Quienes debían estar temiendo las condiciones que Cuba podría exigir para el diálogo, muestran desinformación o falta extrema de ética, demandando del ofendido las disculpas.

Es evidente que la parte cubana pudiera rechazar toda plática sin que antes se levanten el cincuentenario bloqueo económico y las prohibiciones a los ciudadanos estadounidenses de viajar a Cuba; o que se desmantele la base militar de Guantánamo que EEUU impuso a Cuba hace un siglo y se devuelva esa parcela del territorio cubano a su legítimo dueño; o que sean liberados los cinco luchadores antiterroristas cubanos encarcelados injustamente desde hace 10 años; o que se sancione a los culpables de crímenes terroristas horrendos contra Cuba que hoy viven impunes en los Estados Unidos, entre otras legítimas reclamaciones.

En muestra de solidaridad con el pueblo norteamericano, Cuba podría demandar, como requisito para los contactos, que Estados Unidos modifique radicalmente su sistema electoral, capaz de llevar a la presidencia en dos ocasiones a un candidato que no obtiene la mayoría de los votos y que termina contando con menos del 30% de la aprobación de la ciudadanía sin ser removido o interpelado.

Cuba podría también exigir que se brinde atención médica y educación de la misma calidad a toda la población estadounidense, sin diferencias determinadas por la solvencia económica.
Pero no, nunca recomendaría una posición tan desconectada de la realidad por parte de Cuba.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Un Parlamento sin millonarios, emancipado del dinero y el capital, Por Rafael Emilio Cervantes Martínez

En el sistema capitalista transnacional actual, financiero y especulativo, donde la conformación de las instituciones de poder está absolutamente determinada por egoístas intereses económicos de una reducida minoría que a duras penas puede pretender hacer pasar estos organismos políticos por representantes de los intereses de la sociedad en general, podría parecer un sueño gratificante o una escena salida de la fértil mente de algún socialista utópico, si se juzga liberados de prejuicios, que en algún lugar del mundo se pueda constituir un Parlamento donde ningún miembro ha invertido un centavo en su elección, no se ha empleado un minuto de radio o televisión en campaña por algún candidato o candidata y el pueblo apruebe de forma directa la membresía de las asambleas de gobierno a todas las instancias. Esta sensación de una especie de mundo paralelo al real dominante se afianzaría si agregamos a la información inicial el que mas del 90% de los electores aprobaron en bloque unido las propuestas de las comisiones de candidatura a las dos instancias superiores, las Asambleas Provinciales y la Asamblea Nacional, los mismos millones de ciudadanos que recién terminaban de examinar de forma crítica los problemas que se proponen resolver en su sociedad. Ese país es Cuba Socialista hoy.

A quien no se detenga a pensar de dónde venimos y cuál es la naturaleza clasista de muchos Parlamentos en el mundo, podrá parecer natural que nuestro Parlamento sea una fiel expresión de la rica diversidad social de nuestro país. Pero echémosle una mirada al contexto internacional. Salta a la vista la confirmación de la tesis marxista de la determinante dependencia de la política de los intereses económicos, particularmente en una etapa de podredumbre moral del imperialismo que ha reducido, en ocasiones la política nacional, y a ciertos políticos nacionales a la triste condición de mercenarios de la política transnacional en sus propios países, vulgares mercaderes del patriotismo sin que por ello sufran una crisis de pudor, cuando la corrupción política es una epidemia global y las instituciones representativas han caído en un descrédito tal que muchos han perdido la fe en la idea misma de la representatividad, y dudan con fuerza que hayan personas que puedan defender los intereses de otros en su nombre en diferentes instancias no solo de gobierno sino gremiales, clasistas y territoriales, pues tan reiterados engaños y manipulaciones los han llevado a creer que no hay en la naturaleza humana espacio para la solidaridad y que toda representatividad no es mas que un pedestal para alcanzar fines estrictamente personales.

La nueva Asamblea Nacional se ha formado en la escuela de Fidel, donde la consagración a las responsabilidades que se asumen, el altruismo y la modestia, entre otros valores, le dan un contenido nuevo, en términos históricos, a la política revolucionaria. Este terreno es en extremo árido para que florezca el egoísmo, las ansias de protagonismo y de enriquecimiento.

Si se quiere tener una prueba de la fortaleza de la Revolución Cubana, sólo hay que observar cómo ha respondido el pueblo ante la imprevista enfermedad de su máximo líder, Fidel, y cómo ha apoyado y apoya al compañero Raúl y a toda la dirección colectiva de la Revolución, sabiendo que están preparados para comandarlo. Cuando un pueblo es capaz de convertir sus sentimientos de preocupación por la salud de su líder histórico, en unidad, firmeza, energía y disposición de lucha contra su enemigo imperialista y sus propias dificultades, ese pueblo es invencible.

La nueva composición del Consejo de Estado, su Presidente, el compañero Raúl, el Primer Vicepresidente, el compañero Machado y demás Vicepresidentes, gozan de una autoridad en el pueblo cubano ganada por sus méritos de lucha y de trabajo abnegado en el período revolucionario. Sólo a los enemigos de la Revolución Cubana puede molestarles un Consejo de Estado representativo de la Asamblea Nacional, que a su vez es representativa del pueblo cubano, con casi el 50% de delegados de base, mas del 40% de mujeres y equilibrada en composición por edades. Si habían sacado otro cálculo en la situación actual, bien podrían los contribuyentes norteamericanos demandar a su gobierno por gastar sumas millonarias de dinero en análisis que no aciertan a entender la naturaleza de nuestro proceso revolucionario.

En la campaña mediática montada contra Cuba ya se observan cables que subrayan el inicio de una supuesta etapa de ruptura con el mandato anterior. Es una prueba más de que carecen del más elemental escrúpulo cuando de lograr sus intereses se trata. Es una versión actual de un viejo truco para dividir a los revolucionarios. Se han cansado de contraponer a Carlos Marx y su entrañable amigo y compañero de lucha, Federico Engels y a su vez a estos clásicos fundadores del marxismo con su genial continuador, Vladimir Ilich Lenin, luego a Gramsci, leninista por definición, con Lenin, y así sería interminable la relación de patrañas y mentiras inventadas.

Pero en nuestro caso actual indigna que se presente el avance de la Revolución, la adopción de medidas para perfeccionarla, y cualquier otra decisión, vaciadas del pensamiento de Fidel. La propuesta de Raúl, aprobada por unanimidad por la Asamblea Nacional de consultar con Fidel las decisiones de especial importancia para la Revolución, en el terreno de la defensa, la política exterior y el desarrollo socioeconómico del país, demuestra cuán ética y apegada al derecho es la política de nuestra máxima dirección.

La Revolución Cubana, victoriosa frente a colosales obstáculos continúa su rumbo trazado por Fidel, su vanguardia política, el Partido Comunista y su pueblo. Nadie debe confundir el que haya coincidido en el tiempo la creación de las condiciones internas y externas necesarias para la toma de importantes decisiones con la nueva legislatura y la conformación de los máximos órganos de poder, al ir dejando cada vez más atrás las extraordinariamente difíciles condiciones internacionales que enfrentó el país luego del derrumbe del campo socialista a inicios de la década de los años noventa, que impusieron la necesidad de adopción de medidas para salvar la Revolución.

Y no vamos a caer en la trampa de tener que demostrar que la nueva legislatura y su Consejo de Estado ¡¡son fidelistas!!

Véase además http://www.granma.cubaweb.cu/2008/02/24/nacional/artic16.html

Acá se queda la clara..., Por Cristina Villanueva, Buenos Aires, Argentina


Leí este texto, y vino inmediatamente a mi mente un ser inolvidable, que conocí en los días en que trabajaba en el Boletín Librínsula, de la Biblioteca Nacional José Martí… era una mujer, negra, madre soltera de un niño portador del síndrome down… Ana Isabel Malleza González, que estudió y se superó y realizó un trabajo con el cual compartía con otras madres como educar a sus hijos discapacitados a través del pensamiento martiano… Malleza, que nos contaba cómo había sido su vida cuando concibió a su Camilo Ernesto… Los dejo con este texto, sentido y apasionado de Cristina, una de las tantas mujeres argentinas que sí saben establecer la comparación entre lo que es y lo que debiera ser, y con los vínculos a los dos trabajos relacionados con Ana Isabel Malleza que publicamos en el Boletín… y díganme si no complementan fehacientemente este texto de la hermana argentina:

http://www.bnjm.cu/librinsula/2007/febrero/161/entrevistas/entrevistas385.htm

http://www.bnjm.cu/librinsula/2007/febrero/161/documentos/documento482.htm

Acá se queda la clara...

Hay algo que me pasa cuando veo a los gusanos de Miami festejando muertes por anticipado, la de Fidel que va a llegar (sólo la del cuerpo y no la de las ideas) y la de la Revolución que espero no llegue, siento un volcán en mi, con fuegos naturales de una belleza deslumbrante.

Me gusta que después de haber vivido tanto, y con tantas decepciones, en este mundo de malos contra malos, haya una causa para defender. Me alegra seguir sintiendo lo mismo que esa mi primera manifestación -a los 15 años- en defensa de Cuba. Enfrenté a uno de los policías que venían a atacarnos y les dije porqué si acusaban a Cuba de falta de libertad, no nos dejaban ser libres para amarla, Me salvé a lo mejor por lo insólito de mi postura…

Estuve cuatro veces en la isla y la recomiendo para los amantes de la seguridad, se siente que el hombre puede ser amigo del hombre, las casas y las gentes abiertas. La gente generosa, dando lo que tienen e inventando lo que no tienen para dar. No hablo de perfección que sabemos que no existe, pero hay algo que no se ve en ninguna otra parte, al menos que yo conozca: es la dignidad. Son dignos, las mujeres, los hombres, los niños, los ancianos, los negros, los blancos, los enfermos mentales… todos son tratados como seres humanos merecedores de cariño y sobre todo de respeto. Esa es, a lo mejor, la causa de que Cuba sea una sociedad sin violencia…

Recuerdo la foto de la soldado norteamericana llevando, como si fuera un perrito, a un irakí prisionero; recuerdo a un niño revolviendo la basura, al Borda con su olor impregnado de años de exclusión social, al racismo, a los muros, a los campos de concentración, a los hombres que matan o denigran a sus mujeres, por amor al poder, a las clases sociales que no soportan y odian a los gobiernos que, aún sin haberles quitado nada, han dicho que todas las personas son merecedoras de lo mismo. A jóvenes que usan sus coches como armas, matando. A jóvenes tirando en escuelas y universidades, asesinando a compañeros y profesores. A indígenas privados de identidad y con su cultura despreciada. Al hambre, a la caridad humillante del "te doy sobras",o "te doy porque soy más".

La lista sería interminable y eso es lo que no hay en Cuba. No hay denigración, no hay un otro denigrado…

Quiero, en este salvaje mundo, lo quiero y necesito, que se conserve ese lugar. Aunque sea uno sólo, quiero ese lugar donde la Revolución sembró que todos valen, y que el valor no depende ni de la plata que tengan, ni del país del que vengan, ni de la religión que profesen, ni del color de la piel, ni del sexo, ni de la edad.

Lo quiero como una ecología del alma, esa pequeña luz de cosas simples, como que nadie muera ni viva en la calle. Sencillas pero rarísimas. Habitante de un país donde se robaron niños como cosas, habitante de un mundo donde se saquea, mata y humilla a poblaciones enteras para sacarles los recursos o la tierra, habitante de una ciudad donde se le sacó a los cartoneros, en tren de desalojo, el cartón con el que un padre pensaba, al venderlo, festejar el cumpleaños de si hijo. Habitante del continente de la desigualdad y la exclusión. Quiero a mi pequeña isla bravía que no se doblegó al poder del vecino que no pudo ser su amo. Deberá seguir sin transitar a todas estas formas de violencia, para mostrarnos que la solidaridad y lo digno no son unas cualidades extinguidas, como tantas otras cosas que el capitalismo salvaje destruyó.